Tegucigalpa, Honduras. Desde el 2009 existen estudios ambientales para reducir el impacto de la basura arrastrada por el Río Motagua hacia el mar Caribe y que afecta directamente la fauna marina del Golfo de Honduras, que comprende Honduras, Guatemala y Belice, un problema que sigue sin resolverse y que ambientalistas demandan su atención sin más excusas, porque los daños que se están provocando son irreversibles.

La presidenta del grupo Amigos del Medio Ambiente (AMA Puerto Cortés) Ericka Bautista, alertó que esas “mareas de basura”, también, perturban las colonias de coral cercanas a Puerto Cortés, que forman parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM) y que aún no se han estudiado.

 Al referirse a la problemática, Bautista indicó que; “ya son más de 10 años y esto pasa siempre que llueve…son toneladas de basura. No hay una conciliación entre nuestros países, ya se hicieron investigaciones y todos sabemos que la basura viene de Guatemala. Ya no queremos más mentiras, necesitamos más acciones. Se tiene que reestructurar el manejo de desechos”.

 “Esa basura afecta a los ecosistemas marinos, pero no conocemos su impacto en los arrecifes porque aún no han sido monitoreados, hay reportes de algunas colonias cerca de Cieneguita, pero no se sabe si tienen peces y otras formas de vida marina”, añadió la directiva de AMA Puerto Cortés. Lamentó el “desinterés” del gobierno hondureño para desarrollar turísticamente a Puerto Cortés y según ella la alcaldía hace algunos esfuerzos, pero si no se resuelve el problema de la basura en el Golfo de Honduras, habrá consecuencias ambientales “terribles”.

 “Esa contaminación sin duda que afecta el crecimiento de los corales; toda esa basura, sedimento y plástico, son una bomba de tiempo. Nuestra apuesta como AMA Puerto Cortés es impulsar la información y educación ambiental”, señaló.

 Por otro lado, explicó que el Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM) es la barrera coralina más grande del océano Atlántico, que se extienden por más de 1,000 kilómetros, desde el sur de México, Belice, Guatemala y Honduras, de acuerdo con la Iniciativa Arrecifes Saludables (HRI, siglas en inglés).

 El último informe de la HRI, presentado en febrero de 2020, ubica a Honduras (tercero, 2.5) y Guatemala (cuarto, 2.0) con el índice de salud arrecifal más bajo. Mientras que Belice tiene la clasificación más alta (primero, 3.0), seguido de México (segundo, 2.8).

 Hondudiario conoció que la Iniciativa Arrecifes Saludables (HRI) en Honduras tiene suspendidos sus monitoreos arrecifales, debido a la emergencia que atraviesa el país por el covid-19 y las investigaciones que se tenían planificadas para este año contemplaban algunos buceos en colonias de coral aún no estudiadas, como en Puerto Cortés y Omoa.

 El coordinador de la HRI en Honduras, Ian Drysdale, reiteró su compromiso si se retoman las investigaciones en 2021. “Todo se ha frenado por el covid-19. Veremos si el buceo se reanuda en abril”.

Para funcionarios ambientales de Honduras, los últimos acercamientos con sus homólogos de Guatemala se desarrollaron “de manera exitosa…con el fin de buscar y concretar soluciones a corto plazo que permitan mitigar el impacto ambiental” provocado por los desechos arrastrados por el río Motagua.

En una reunión presencial (22 de septiembre) celebrada en la comunidad de El Quetzalito, Guatemala, participaron el ministro por Ley del Ministerio de Recursos Naturales y Ambiente (Mi Ambiente), Elvis Rodas, la comisionada presidencial para el río Motagua, Liliam Rivera y el alcalde de Omoa, Ricardo Alvarado.

 “Se propuso la suscripción de un convenio binacional con el compromiso que ambos países (Honduras y Guatemala, sin Belice) gestionan recursos internacionales para el desarrollo de proyectos orientados al cierre de botaderos y la construcción de rellenos sanitarios, para lo que se han hecho acercamientos con organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE)”, cita una nota de prensa oficial emitida en Tegucigalpa.

 Estudios realizados, según el “Proyecto para la Protección Ambiental y Control de la Contaminación en el Golfo de Honduras” (2010), contemplaba que Belice, Guatemala y Honduras debían trabajar conjuntamente en para “proteger hábitats prioritarios para la conservación de la biodiversidad y promover el uso sustentable de los recursos pesqueros marino-costeros”, uno de ellos es el SAM.

  Mientras no se corrija la “falta de una adecuada gestión de los residuos sólidos” en los tres países, la contaminación aumentará como consecuencia del crecimiento poblacional, cita el Pla de Acción Estratégica, que según ex funcionarios hondureños y ambientalistas “fue abortado por falta de voluntad en Guatemala”.

 Elaborar un “Plan para la Gestión Integral de los Desechos Sólidos de la Cuenca del Golfo de Honduras” originados en fuentes terrestres (urbanas, industriales, agroindustriales y de servicios)” fue otra propuesta que desde 2010 se habían propuesto los tres países, en un plazo de 10 años” pero los entrevistados concluyen que “se ha perdido el tiempo”.

 Una de las comunidades hondureñas más afectadas por la contaminación sólida es Barra del Motagua, jurisdicción de Omoa (Cortés), que es ribereña con el río y subsiste de la pesca y este recurso disminuyó en tamaño y cantidad durante los últimos años.

 Para garantizar la sostenibilidad pesquera en el Golfo de Honduras, el Centro de Estudios Marinos (CEM) celebró en el muelle de Omo, el evento “Pescando para la Vida” (septiembre), mientras grandes cantidades de plástico llegaban a las playas ante la presencia de autoridades, pescadores y ambientalistas.

 

  

 

Nota de: Josué Quintana Gómez.